Hoy Jesús se me acercó y me habló, en el tierno abrazo de un niño, y pude oír su cálida voz, recostado sobre su pecho latente. Fue tan bello sentir el perfume del maestro, fue tan eterno el instante en que me aferró a Él, como la hierba húmeda que nace de la tierra, llena del rocío que cae de su cruz. Hoy lo vislumbré en la música de los hombres, en los afectos, las miradas, las canciones, hoy lo vi cara a cara en un anciano, lleno de vida, de paz, de caminatas. Fue Cristo, fue su humanidad plena, fue su divino amor derramado, como un rey que se viste de carpintero, para trabajar este leño que necesita ser madera.
Tinta de corazón... letras esculpidas en el alma