Toda una armonía de injusticias, necedades, Tropel estrepitoso de oscura iniquidad, Fue mi ropa al ver la luz del mundo, fue mi carne, Como naciendo a la muerte y no a la vida. Único era en el sin fin de singulares pecadores, Como si la fealdad de mis rebeliones brillaran, Como zafiros lúgubres, con olor a podredumbre, Pero me compró Tu amor, sin recelos ni condiciones. Lamentos, soledad, dolores, clavos y agonía, Se deshizo tu carne, como en la rueda de un molino, Sin saber yo, muerto de oscuras impiedades, Que muriendo Tú me dabas vida. Irresistible Gracia! Quién podrá frustrarla! Si encadenado a Tu amor no puedo irme, Vi la luz del mundo en rejas tenebrosas, Y nací de nuevo en ropaje de lino fino. Profundo amor, fortaleza de acero, Es la roca que me cubre y me sostiene, ¿He de escapar al infierno del pasado? Sería imposible siendo Tú mi Pastor eterno.
Tinta de corazón... letras esculpidas en el alma