Cada suspiro que pienso en tu mirada Se deshiela en un ínfimo aroma de ansiedades, Como un segundo que se pierde En el infinito celeste de tus años. Y cuando los temores aplastan mi serenidad, Tu voz angelical me estremece en la penumbra, Tu paz vuelve a mí ser y se hace fortaleza, Vuelvo a sentir que no estoy solo. Es tu calma que sustenta mi alegría, Y es tu mano que sostiene mi debilidad, Tanto que cuando parezco caminar en la sombra, Tu gozo me da fuerzas para brillar. Y entre profundas ansiedades y desasosiegos, Entre las nieblas de mis anocheceres, La dulzura de tus labios me sustenta, Y me ilumina el sendero hacia Ti.
Tinta de corazón... letras esculpidas en el alma