Cuando caminé lento vi Tu mirada, Al respirar hondo y querer emprender vuelo, Cuando mis ojos lloraban de rodillas, Y mi pecho te llamaba a gritos. Cuando sin entender idiomas te llamaba, Vi tu comprensión de Padre en mi cama, Cuando se empobrecía mi fe y mi espíritu, Vi en mi velador tus bienaventuranzas. Cuando en aflicción tuve que dormir sedado, Sintiendo las piedras de los que no son débiles, Fue tu voz que me arrulló en mi cuna, Como canción que dice “no temas”. Cuando anhelé ser gloria para tu nombre, Y me frustré por mi mente de papel frío, Vi despojarte de tan preciada túnica, Para abrigarme y decirme “te amo”. Cuan pobre es mi espíritu y continuo mi llanto, Cuando de ansiedades te llamo y te espero, Pero me sostienes y guías aun en las sombras, Como fuerte roca y bendita lámpara. Si he de conocerte más ese es mi anhelo, Contemplar sin velos tu asombrosa gracia, Embriagarme de gozo en tus viñedos, Al irse la noche y ver brillar tu rostro.
Tinta de corazón... letras esculpidas en el alma