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Mostrando entradas de septiembre, 2019

Ajenjos

Quién pudiera cantar mi canción quién se sentará a llorar mi duelo, Si cuando río mis ojos se ponen tristes, Y el dolor se sublima en mis pupilas. Quién se arrimará a mi mesa y escuchara, Cuando mis notas palidecen en lo débil, Si de esperar alegrías se alargó el invierno, Y las ausencias son la leña de mi alma. Quién puede ser tan cruel que me obligue a reír, Cuando se estremece mi pecho de ajenjos, Si al mirar fotogramas por mi ventana, Me golpean los años y las noches. Como un niño que imagina mundos y planetas, que eleva su avioncito de papel de revista, Vuelan mis nostalgias y vuelven a mi cama, Cuando se cierran mis ojos y sigo despierto. Han pasado siglos y he permanecido inmóvil, Saludando alegrías indiferentes, Se han grabado en mi carne tantos sueños, Y sigo despierto esperando en Ti.

Jazmines

Quiero labrar mi carne con tu música Oír tus tamboriles danzando desde lejanas tierras, Como viniendo envueltos en aroma de jazmines, Así te anhela mi carne y mi aliento. Si pudiera cantarte, si estuviera a mi alcance, Como Tú lo haces a mi sangre desde siglos, Si conociera tu escuela, tus partituras, No entrarían en el tiempo mis melodías. Es que entre tambores y cuerdas me arrullas, Y yo calmo pienso en ti y me sereno, Porque al sentir el rozar de tus alas en mi pecho, Mi alma se aquieta y se abriga. Son armonías que viajan en lo eterno, Bellos golpecitos que huelen a madera, Trabajo de artesano, sabio Maestro, Que entiendes de consuelos y de quebrantos. Quiero sentarme al pie de tus cantores, Saciarme de tus dulces poemas de amores, Cerrar mis párpados y ver tu mirada, Despertar al alba y que no te hayas marchado.